13 de octubre de 2010

En penitencia

Y esquivabas el papel pensando que así no pensabas, y apretabas los dientes aún en sueños por no decir…Conseguiste cerrar los ojos, pero no los oídos, y la voz estaba en tu cabeza. No era la radio, no sonaba la guitarra, no jugaban los nenes en el parque, el grito era propio. Lo imaginaste susurro, lo quisiste dormir entre arrullos, pero ya en el fondo sonaban los alaridos.
No controlabas las muecas, ni dejabas de fruncir el pecho. Sabías bien cerrar los ojos y cantar. Y así y todo no ahogaste el alarido. Era una autopista en la cabeza, un tren y mil bailarines de malambo. La perfecta orquesta de chatarra desvanecía el mundo alrededor y bloqueaba todo lo demás.
Y vos, con la pared blanca en frente, show must go on decías, pero no escribías. Morías por un caparazón para encerraste y seguiste con la boca cerrada, jugaste a ser avestruz hasta que te quedaste sin aire.
Ahora, en pleno mareo ves chocarse las cosas que antes estaban quietas. La quietud ahora es tuya, una parálisis absoluta y avergonzante.  Cobarde!, pensás. Te odias y seguís viendo el mundo fuera de tiempo. Cómo se vuelve del exilio de la conciencia, te preguntas. Pero sólo te oís gritar, aullar, gemir, explotar. Al borde de la asfixia, te repetis: Cobarde!. Quedan lapiceras por gastar, queda mundo por ver, y vos… miedo tenés?

Llora. Son sólo fantasmas.

18 de agosto de 2010

Escapismos



No quiero saberte más.
Por hoy me aburrí
de que no me dirijas la palara,
y me ignores con alevosía.

Así que cuando el silencio te atragante
y no soportes mi ausencia
tendrás que escribir incansablemente,
porque yo ya no quiero saberte más.

Aunque vengas con los ojos llorosos,
y tengas ya los pies mojados,
por más de que enternezcas hasta los cerros
no quiero saberte más.

Podrás buscarme en el mundo,
me encontrarás con facilidad...
Y podrás ser muy sincero,
pero no quiero saberte más.

Para el próximo eclipse
ahorrate un largo viaje,
ya no me busques en la luna llena
pues no quiero saberte más.

Y cuando entiendas a la distancia
que nunca dije lo que sentí,
que sí necesitaba saberte cerca
no podrás saberme a mí.

11 de junio de 2010

Hasta la Eternidad

Y se preguntaba cuántas veces más pasaría por lo mismo. ¿Cuánto tiempo es eternamente? Eso es lo que debió preguntarle al jurado Divino luego de escuchar su condena.
Resignada a lo que venía después mantuvo su cuerpo con total serenidad, tanta que los que pasaban a su alrededor suponían que estaría en estado de shock. Los guardias no le dirigían la mirada, quizá era por lástima o quizá porque nunca se habían detenido a mirarla. Recordaba entonces sus peores finales, no estaba segura si podía establecer un ranking de crueldad, porque todos habían sido espantosos.
Hacía siglos que sufría su castigo y había olvidado el motivo por el que había sido sentenciada. La muerte más antigua que recordaba era la de un inocente de lo que se creyeron las Indias. Capturado junto a un compañero mientras pescaba, no tuvo ni el derecho de ser considerada humana. En ese momento se convirtió en una de las primeras entre los suyos en sentir el ardor de la pólvora al estallar dentro de la piel. Fue inmediato, no pudieron contra esa gente que por alguna extraña razón confundieron con dioses. Eso era del pasado, ahora se preparaba para algo similar, pero seguramente más doloroso.
Más de una vez estuvo en la piel de un estudiante. Lo sorprendente de ellos era su entrega, su compromiso con la causa, su fe en la utopía, la necesidad de unión para la lucha. En esa ocasión la primavera estaba terminando y para ser mayo, hacía mucho calor. Nuevamente, sin saberlo, estaba haciendo historia. Años más tarde todos recordarían el día en que los estudiantes salieron a reclamar lo que les correspondía. Y volvió a salir del recuerdo profundo, es que ahora estaban abriendo su celda, por fin venían a buscarla, no le quedaba más de una hora de esta vida.
Su final favorito, pensaba mientras evitaba pensar en el presente, había sido el de Sophie Scholl. A pesar del dolor y la humillación previos, ella representó la esperanza e inocencia de una universitaria que luchó hasta el último segundo por la igualdad de las personas en Munich. Una fuerte voz la trajo al ahora y mientras alguien leía lo que debían ser sus derechos, ella se preguntaba cuál sería su próxima aventura. El castigo divino era demasiado para ella, sintió entonces que no había nada peor para un alma que la condena a la muerte del hombre en manos del hombre por el resto de la eternidad.
La silla eléctrica fue encendida y luego de las convulsiones y el profundo dolor que invadió ese cuerpo quedó liberada. Vagabundeó por algún tiempo hasta que cayó en el cuerpo de una mujer en algún lugar de Medio Oriente. Mañana sería torturada hasta la muerte por haber sido violada.

20 de abril de 2010

En el fondo de un cajón.

Dos bocas, guardadas en una caja pequeña.
Un cajón, con mil cosas gastadas que nadie vino a buscar;
y esa caja pequeña que cierra con cinta bebé.

Inquietas, pegoteadas, revoltosas, altivas, milagrosas

Hay dos bocas mudas en el fondo de un cajón sin  llave
Es el cajón guardián de los tesoros invisibles,
que por dentro encandila: algo brilla, debe ser.

Voladoras, absorbentes, cálidas, dulces, mimosas

Hay una boca roja al lado de otra boca roja
en un no-tiempo impredecible, en el fondo de un cajón.
Huele a chocolate en esa caja pequeña cerrada con cinta bebé

Ansiosas, inocentes, caprichosas, paganas, amorosas

8 de abril de 2010

Efímero existir

Lo que no se dice no existe
Y somos lo que alguien más piensa
Explicó, convencida, quien no se sabía escuchada
Y evidenció con ligereza lo fácil que es dejar de existir:
Es simple, silencio.
Como en una tormenta el miedo invadió todo.
Dudas. Vulnerabilidad absoluta.

Lo que sentimos no es más que eso,
Una impresión, una huella.
Frágil, a punto de caer en el olvido
¿Y si eso sucediera?
El silencio, el olvido, la petrificación
No es; no haber sido; no ser…

¿Qué pasaría si te dejara de soñar?

Alguien más lo haría después
Y volveríamos a sentir
A saber nuestra debilidad, a necesitarnos deseados
A ser instantes, paraísos pasajeros
Pedacitos de recuerdo que un día no estarán.

25 de marzo de 2010

Postales


Ahí estabas, solo, ignorando al mundo.







No necesitabas nada más; la rodeabas con el brazo, la pegabas a tu cuerpo con firmeza y con suavidad de terciopelo deslizabas de a uno tus dedos. La acariciabas. Y en cada caricia te entendías con ella como con nadie más. Entonces, cada segundo era único, mágico.
Tus ojos descansaban con disimulo y el placer de tu mirada hacia de sonrisa a tu cara mientras que tu boca murmuraba canciones que eran sólo para vos. Estabas tan ahí...
Te unías a la guitarra y desvanecías tu alrededor. Encontrabas en un acorde la felicidad que otros buscan toda la vida. La expresión más pura y transparente de lo que eras. No había miedos, ni tiempos, ni responsabilidades, ni nada más que la armonía absoluta de la música.

Y yo, ajena, disfrutaba en secreto de esas melodías como el regalo más especial. Siempre adoré esos momentos que no salían en ninguna foto... que eran sublimes... que eran sólo tuyos

25 de febrero de 2010

Entre paréntesis



- Esperá, esperá, sos vos... Sí sos Ella!
Morena se frenó, en parte para intentar reconocerlo y en parte porque la tenía agarrada del brazo. El movimiento de las luces no la dejaba ver con claridad y el amontonamiento de la gente la tenía fastidiada.
- Vos quién sos?. Le contestó sin sonreir
- Me llamo Agustín - Explicó mientras la agarraba con seguridad por la cintura, reduciendo la distancia que había entre ellos- ¿No me conocés? Vos sos Ella!! No sé tu nombre, pero sos Ella. ¿No lo estás sintiendo?
Morena despegó la mano de su cintura con asco, dio un paso para atrás, pero siguió con la conversación.
- Ahhh... ¿Qué tengo que sentir? Morena me llamo y no se quién sos, capaz nos cruzamos alguna vez. Decime de dónde me conocés. 
- Desde siempre te conozco! Sos Ella!! ¿Sabés todo lo que te busqué? - Ahora la tomaba de la mano - Vos no sentís la magia?
- ¡AY! No te puedo creer, con mariposas en la panza y todo! - exageró la burla. El lugar estaba lleno, y todo el tiempo había alguien que empujaba. Sin embargo, él se las arreglaba para mantener sus ojos clavados en los suyos.
- En serio te estoy diciendo. -Simuló que se ofendía mientras se mordía los labios, aunque no dejaba de mirarla con ternura - ¿Qué tengo que hacer para que me creas?
- Nada, no hagas nada...No te voy a creer. ¿Qué querés que te diga, que sos El y salte a tus brazos?
- Es que sos Ella, y lo sé, querés que me arrodille para que veas que digo la verdad?
Morena lo frenó cuando ya estaba cerca del suelo. 
- No te arrodilles, no tiene nada que ver, además el piso esta muy sucio. Ya fué, querés que sea Ella?-curioseó divertida.- O.K. Soy Ella, listo? Ahora sigo yéndome para allá.
Agustín tomó su mano con más firmeza: - Es que no entendés! - seguía mordiéndose el labio - Sos Ella! No te podés ir, hace mucho que te busco.
- Sí, sí...Me imagino. Seguro ya no te acordás ni de mi nombre. Basta con eso de los pajaritos de colores, daaale! no me mientas. Esto es un boliche y no hay chance de que te crea. Esas cosas no pasan, y no van a pasar justo acá.
Sin dejar de mirarla con ternura insistió: Sí, Morena te llamás, pero no importa tu nombre porque sos Ella. Hace un montón que te busco, me tenés que creer. ¿Cómo no me vas a creer?
- More, nos vamos, perdemos el cole sino... Venís? - Interrumpió una desconocida que cumplía el rol de amiga. Ella asintió con la cabeza y volvió a la conversación anterior.
- Bueno... Él - cortó la fantasía Morena - Me voy. Me están esperando y no tengo carroza para volver a casa, sabés?
- Cómo que te vas?! no te podés ir, por favor - Agustín casi se le pegó - Sos Ella. Dame un beso, así vas a darte cuenta de que no miento. Los besos no se pueden mentir.
- Ja! mirá vos...Bueno yo tengo otra idea. Si realmente vos sos Él y yo soy esta famosa Ella nos vamos a volver a cruzar, pero ahora yo te voy a reconocer. 
- Es que no entendés, mañana me voy, yo vivo en Córdoba. Si no te doy un beso ahora y me sentís y descubrís que no te estoy mientiendo, cuando vuelva a verte ya no te vas a aordar de mí y probablemente sea tarde. ¿Tanto te cuesta darme un beso? ¿En serio no te das cuenta de que sos Ella?
- Mirá... Me voy, me están esperando. Será que no somos...
- Un beso, nada más. No entiendo qué podés perder. ¿No vale la pena intentarlo?
Morena cerró los ojos y terminó con los centímetros que los separaban, lo besó. Unos segundos después se separó. 
- Me voy, chau!
- Sos Ella- Le dijo Agustín con una sonrisa mientras sentía cómo la punta de sus dedos dejaban de tocarse con los de Ella.

Mientras esperaba en silencio el próximmo colectivo, Morena se preguntaba si lo volvería a ver. Estaba casi segura de que él no era Él y ella no era Ella. Pero entonces... ¿Por qué lo había besado? Tan débil era a los chicos de ojos verdes?, que se dejaba llevar por cualquier cararrota... Tan poco valían sus besos?, que los entregaba sin mayor discusión a cualquier desconocido... O es que de alguna manera esperaba ser Ella, aunque más no fuera por un ratito? Dá igual, pensó, un paréntesis a la vida nunca viene nada mal.

5 de febrero de 2010

Travesías


Todo era árido, sólo un par de árboles en el horizonte de los alambrados siempre lejos, cada tanto había algún par de corderos pastando cerca. La aguja del velocímetro no lograba superar la rayita que marcaba el 100 y las horas de viaje hacían parecer que el mundo se movía en cámara lenta. Nada sucede cuando uno está arriba de un Renault 18, al menos nada que merezca mayor atención.

Era la hora de la siesta, pero es difícil dormir en enero cuando se viaja en compañía de 4 personas más bien robustas, en realidad uno se siente dentro de una lata de atún y la cantidad de kms que faltan hasta la próxima estación de servicio se convierten en el hecho más importante del mundo.

Así, aburrido… lisa y llanamente aburrido era el viaje que estábamos haciendo. Atravesar la provincia de Oeste a Este resultó no ser tan emocionante, y llegar a la costa ya no parecía un destino válido para semejante travesía por las desérticas rutas patagónicas.

Mi celular iba a apagarse; la batería estaba prácticamente agotada, por lo que decidí dejar de jugar y fijar la vista en el horizonte. ¿Cuántos cientos de kms pueden faltar?, pensé tratando de no animar mi fatalismo.

- De por aquí era Don Carumillo, dijo con un aire nostálgico el abuelo. Automáticamente busqué complicidad en la mirada de mi hermana, pero ella estaba metida dentro del recital de Divididos que sonaba exclusivamente en sus oidos. Suspiré con desánimo;

- Éramos pocos…me quejé en silencio. En la parte de adelante nadie reaccionó, irían en otro viaje, pensé y volví a suspirar, más bien resoplar. Un relato del abuelo en este momento iba a ser insufrible.

- Sí, sí, de por aca, continuó narrando sin reparar en que nadie estaba interesado en el tal Don amigo suyo. Claro que no lo conocí, aclaró el nono que para colmo hablaba lento, pausado no: lento. Cada oración duraba tres minutos así que se ponía complicado seguirle el hilo al asunto. Pero el viejo seguía… y evidentmente pensaba seguir siguiendo. Don Carumillo era conocido en toda la región. Una leyenda viva, imaginate; me dijo. Y yo ya no podía hacer otra cosa que asentir, era la única persona adentro de esa caja de zapatos que no tenía excusa para ignorarlo.

- La historia del Corto llegó hasta San Antonio, mirá si no habrá recorrido lugares, exageró. Enseguida me imagine al corto éste como un campeón de Dominó de la zona, o de alguna cosa por el estilo. Yo sabía que igualmente el problema no era mi poca predisposición a escuchar las interesantísimas cosas que el abuelo tenía para decir; sino, precisamente, que el abuelo jamás había tenído algo interesantísimo para decir y la leyenda de Don Carumillo era ya desde el vamos un bodrio asegurado.

- ¿Y qué hizo el tipo para hacerse conocido?, no pude evitar revolear los ojos mientras preguntaba.

- Y bueno…respondió el abuelo como tomando envión. Resulta que Don Carumillo estaba casado con la Mercedes. De chiquitos se conocían y como los pueblos son así, ya todos sabían que el Flaco – porque Corto le empezaron a decir de más grande – iba a casarse con la hija de los Rosales que tenían la despensa del lugar.

- ¡Faaa, qué historia de amor más loca!, le contesté para que se ahorrara los detalles.

Pero el tipo ni siquiera pestaneó y siguió con el cuento. Se lo veía concentrado, me miraba a los ojos, pero hablaba como si todo le hubiera pasado a él. Parecía que estaba viviendo lo que narraba:

- Carumillo era un pibe que sólo quería darle a Mercedes una linda casa donde criar a sus hijos. El Flaco era puro corazón y por lo que dicen, uno de los más trabajadores del lugar. Y la Mercedes, como toda niña mimada de familia medianamente acomodada tenía un carácter difícil de arriar. La rubia era de fierro, pero complicada, y cocinaba…así dicen, no? Que la Rosales hacía las empanadas de carne más ricas.

- Ahá…escupí algún sonido como para no hacer sentir mal al abuelo que realmente estaba emocionado con la historieta.

- El Flaco laburaba en una radio y ella en una boutique así que después de un tiempo de ahorro y con bastante esfuerzo se fueron armando la casita, tuvieron cuatro hijos y la misma vida que todos los matrimonios, no?

- Pero… vos los conociste a Corromillo? Porque al final parece que hubiera sido tu vecino.

- No te digo que Carrumillo, nena, Carrumillo era conocido?Si lo que le pasó al Flaco, que ya no estaba flaco desde el tercer año de casado no es joda. Dicen que la Mercedes era brava y siempre estaba reclamándole algo al Corto. Que la plata no alcanzaba, que los nenes necesitaban zapatillas, que el más chico era muy caprichoso, y vaya uno a saber qué otras cosas, no? Pero el problema era que Carumillo estaba tan embobado que nunca la contradijo, al contrario, se esforzaba más por solucionar el asunto. Y todos sabían que la Doña era verdaderamente inconformable.

Algunos, pero esto ya no se si es cierto - aclaró el abuelo – aseguran que en los últimos tiempos casi no dormía. Siempre estaba trabajando, haciendo una changuita o sacando a pasear a la familia que era su única razón de vivir.

No está muy claro cómo fue todo, pero lo que es seguro es que el Corto un día empezó a toser y no pudo parar. Hasta los vecinos escuchaban su tos seca; y luego de una hora que no se detenía decidieron llevarlo a la salita.

‘Debe estar atragantado’, diagnosticó la Doctora después de darle unos gopecitos en la espalda.

‘Pero no estábamos comiendo’, respondió preocupada la señora de Carumillo.

‘Le recomiendo que lo lleve al Hospital de la ciudad, para que lo vean allá’, propuso la Doctora con los brazos levantados a la altura de la cintura y las manos con las palmas hacia arriba.

Un vecino se ofreció a llevarlos, Don Carumillo estaba muy colorado y se notaba que le costaba mucho respirar. ‘No me asustes’, reclamaba su señora, ‘concentrate así se te pasa’. La Mercedes estaba realmente nerviosa.

En la ciudad los médicos decidieron internarlo para hacerle estudios. Pero como cuando Carumillo no tosía se apuraba a respirar no pudo responderles nada y con lo que explicaba Mercedes no alcanzaba.

- Bueno, ¿al final qué tenía?, apuré el relato con un interés sincero.

- Nunca se supo, los médicos lo mandaron a su casa. Un mes entero estuvo tosiendo, tuvo que dejar la radio y expresarse por señas, porque no podía emitir otro sonido que no fuera el carraspeo. Hasta que un buen día, la miró a Mercedes y se despachó en una suerte de monólogo con un montón de cuestiones hogareñas, ‘Me tenés harto’, concluyó. Y ese día dejó de toser.

- Y se separó!, completé.

- En realidad no, a los pocos años le volvió a agarrar lo mismo. Se ve que el tipo era tan corto que no podía contertarle a la Mercedes, entonces cuando se saturaba, se quedaba sin espacio para seguir guardando palabras adentro suyo y ahí arrancaba a toser. Se antragantaba solo el tipo, entendés?

- Sí; respondí haciéndome la superada mientras pensaba en las probabilidades que había de que a mí me pasara lo mismo.

‘A 15km YPF’, decía el cartel que acabábamos de pasar. Al fin estábamos cerca de algo! Necesitaba tomar aire.

18 de enero de 2010

En espiral

Contradecir. Decir en otra dirección
Explorar la alternativa, derivar en la tangente..


Contradecirse, habilitar un sentido nuevo para elegir diferente
no cladicar en la eterna búsqueda de la esencia propia
hablar desde una palabra, un lugar, una opción
otra


Ver con nuevos ojos lo que estaba cementado
y posibilitar infinidad de creaciones de caminos
respetar la fidelidad a uno mismo y reavivar la difícil lucha
entre sentir, pensar y hacer

aunque ello requiera desandar anteriores batallas


Comprenderse...
Permitirse y cuestionarse
Repensarse
Respetarse


Seguir sintiendo, buscando



Si nada es lineal ni circular, si las dualidades son una falacia y el tiempo un invento moderno ¿Cómo no desorientarse?