19 de diciembre de 2009

El hombre pollo II

Con ustedes el audio del Hombre pollo, canción de Jorge Marziali que subí hace unos días.. y que, vuelvo a decir, vale la pena escuchar.

16 de diciembre de 2009

Absurdos


- No!

- Si.. dale!

- No.

- No?

- No

- Pero.. por qué?

- Porque no, y listo.

- Y si..

- No.

- Entonces.. no?

- No!!

- Ok. No. Ya fue

- Bueno está bien..

1 de diciembre de 2009

Envase no retornablE

Llegará el día en que TODAS las partes del ser humano podrán reemplazarse. Será sencillo fabricar a gusto cualquier parte del cuerpo.

Entonces... sólo tendrán valor las partes originales, y serán bellos quienes hayan podido conservarse en condiciones naturales. Los hermosos no serán los de las vidrieras, sino lo que hayan mantenido sus imperfecciones. Ellos habrán alcanzado la maravillosa armonía de una anatomía rústica, pero única.

17 de noviembre de 2009

El hombre pollo

Dejo hoy una canción que escuche siempre en boca de Jorge Marziali, un canta autor mendocino con letras tiernas y un folklore no tradicional bastante pegadizos. Se trata de uno de esos cantantes que casi no suenan en las radios, pero que hicieron un trabajo que vale la pena conocer. Creo que este tema es de los mejores que compuso, pero la idea del hombre pollo, y la manera de solucionar la diferencia, hacen que se me vengan a la cabeza varias imágenes cotidianas.
Invito a explorar otros temas suyos o a leer aunque sea la letra de este.
(Me hubiera gustado dejar el audio, pero mi analfabetismo en estas cosas no me lo permitió, invitado el que quiera a pasar aunque sea un link donde se pueda escuchar el tema, así se hace más entretenido)


El hombre pollo

(Sobre una historia imaginada por Nerio Tello)

Allá por el año mil
vivió un hombre que era un pollo
Los bracitos dos muñones
y las piernas como bollos

Chiquitito y desmirriado
unas plumas por el cuero
caminaba tranco ‘e pollo
con piecitos de tres dedos

Vivía en una jaulita
al cuidado de sus padres
que era unos campesinos
de allá del país de Gales,
gente de vacas y chanchos
pavos, pollos y maizales

Un obispo que pasó
vio en ese hombre al pecado
y lo encerró en un convento
pa’ mantenerlo alejado

Pero por casualidad
un mendicante piadoso
se enteró de la existencia
de aquel hombre que era un pollo

Y de inmediato salió
A comentar por el pueblo:
“tanto amor por la riqueza
y el corazón tan pequeño;
así van a quedar todos
es el hombre que seremos…”

Los obispos no quisieron
discutir sobre esta historia
y ordenaron que al piadoso
lo mandaran pa’ la horca.

Terminó como otros muchos
incomprendidos y ausentes
Y “a otra cosa mariposa”
que es como dice la gente
Y ya nunca más se habló
de aquel hombre que era un pollo
Unos dicen que murió
encerrado, enfermo y solo
en lo oscuro de un convento
sin plumas y sin rezongos




Hace poco apareció
un versado historiador
que anduvo estudiando el tema
con paciencia y con rigor

-este es un caso testigo
dijo-, pa’ todos los que estudiamos
un hombre pollo no es pollo
es pollo, pero es humano

y descifró unas palabras
escritas por el piadoso
antes de irse pa’ la horca
tan incomprendido y solo
y ahora les voy a contar
lo que decía en el rollo:

lo escrito decía así:
“piedad para este hombre pollo
porque así serán los hombres
que vengan tras de nosotros”

“sin manos, pues no habrá nada
que construir más adelante,
Sin cerebro, ¿para qué?
si pensar de nada vale”

“Sólo les pido piedad
para este hombre que está enfermo
es la especie del mañana
es el hombre que seremos”

Y vayan con Dios, paisanos,
buenas noches, hasta más vernos..

26 de octubre de 2009

El arte de la imprecisión


Era un experto en el maquiavélico arte de la imprecisión. Su capacidad para generar incertidumbre era admirable, incluso en momentos de decisiones impostergables lograba eludir el compromiso de una afirmación llana y concreta. Lo sorprendente era que, a pesar de la reiteración del recurso, lograba mantener la expectativa.
No puede negarse que se trataba de una persona con mucha inteligencia, con habilidad para manejar situaciones y manipular conversaciones. Sin necesidad de recurrir a mentiras o promesas sin fondo conseguía hablar sin decir nada. Hacer con palabras el más absoluto de los silencios. No es tampoco que tuviera malas intenciones, simplemente se sentía incapaz de sostener verdades.
Quizá era la simpatía que engalanaba sus relaciones o la creatividad que camuflaba sus evasivas o sus hipnotizantes ojos miel, lo cierto es que había algo que sostenía su constante inconsistencia en el tiempo. Pues no hay, sino, otra forma de explicar la insistencia del resto en dialogar con el.
La más perjudicada con los inocentes escapismos cotidianos que toleraba de su parte era Ella. Una chica demasiado racional, que contaba con la soberbia suficiente como para creerse que recibiría un trato distinto. Una y otra vez intentaba inconscientemente conseguir respuestas consistentes. Una y otra vez, se encontraba repasando cada palabra del encuentro, sacado la cuenta de las diferentes interpretaciones que podía dársele a cada frase. Por alguna razón seguía sorprendiéndola su propia incapacidad para lograr una contestación segura sobre cualquier tema.
Cansada de la inestabilidad que produce el no entendimiento, se despidió en silencio de quien había escuchado tantas veces en su cabeza. Conservaba el orgullo necesario como para buscar a alguien que estuviera dispuesto a darle un trato especial. Sin demostrar demasiado lo que sentía mientras hacía el duelo, comenzó a acompañar el silencio. Él, aturdido por su liviana verborragia no supo entender que se alejaba. No reconoció la pérdida hasta que la vio materializada.
Ahí, cuando necesitó la seguridad que él nunca había dado, cuando experimentó el desconsuelo que genera la especulación sin bases sólidas y no encontró preguntas que evadir, necesitó respuestas. Entonces tomó el lugar que nunca había ocupado, esperaba de Ella las contestaciones que él era incapaz de dar. ¿Qué onda vos conmigo? ¿Somos “nosotros”? ¿Qué soy para vos? Ella lo miró con amor, se identificó en su vacío, pero creyó inútil esperar de él cosas que no sabía dar. Con sutileza esbozó un par de palabras que no podrían nunca convertirse en una oración, lo abrazó con sinceridad y con el aire nostálgico que generan las despedidas definitivas prometió una conversación a futuro.
Después hablamos cuando hablamos, le dijo; y caminó con seguridad hacia el otro lado. Así… se fue, sin pensar en las preguntas que ya no haría, que ya no importaban; de nuevo sintió el vacío típico de cada encuentro, pero por primera vez tuvo una seguridad: ya no era más que Ella, no había nada…

30 de septiembre de 2009

Más que tierra y viento


El viento derriba
puertas y ventanas inválidas.
La tierra acomoda
Autopistas y edificios sinsentido

Y las ideas…
Enmarañadas en el inestable vaivén de los discursos
Se ubican silenciosas en cada espacio
Allí permanecen. FUERTES

Eclosionan con otras
y miles de soldados
mueren en su nombre,
las salvaguardan.

Por más insulsas que parezcan
trascienden existencias;
místicamente se perpetúan…
Construyen – Deconstruyen – Reconstruyen

Y nosotros: ínfimos,
el eslabón más frágil y soberbio
enfrentamos al viento, la tierra
Y las ideas

6 de septiembre de 2009


Hasta que me duela la panza,
y se te arrugue toda la cara

Hasta que me quede sin aire,
y te pongas colorad@

Hasta que se nos caigan las lágrimas
y no aguantemos las ganas de hacer pis

quiero reir con vos

25 de agosto de 2009

Catarsis


Otra vez… esas ganas que se sentían venir con días de anticipación, y que de a poco iban en él. Desde abajo, se arrastraban hasta sus pies sin que nadie las percibiera. Lentamente, camufladas iban copando cada rincón de su ser… Lo sabía, lo sentía en el aire, en la piel y en la sangre, pero no podía hacer nada para frenarlo. Y cuando ya no había una parte de él que no estuviera controlada por esa energía extraña, lo invadía la necesidad de gritar.
De dar a luz un alarido que venía del abismo y que no terminaría hasta que sus pulmones terminaran de contraerse. Entonces, el estallido liberaría todo ese cúmulo de tensiones inexplicables.
Ramiro estaba acostumbrado, ya no oponía resistencia a su ira. Relativizaba la situación asumiendo que algunos lloran, otros se ponen ansiosos y él, simplemente, tenía ira. Por lo demás, era un pibe tranquilo.
Desde el martes que se levantó para ir a cursar comenzó a subir su termómetro; el café que se le hirvió, el disco que puso a la tarde estaba rallado… La semana parecía haber complotado en su contra, y con el suceder de sus despertares nuevas tragedias cotidianas martillaban su cabeza y contraían los músculos de su puño. Esa tarde en particular le resultó sumamente provocadora. La lluvia mientras iba a lo de Juano, la suspensión del partido, todo, todo apuntaba a lo negativo. Y así, la cosa iba empeorando.
Se iba a ir a dormir, quizá el silencio de la noche lograría calmar esas ansias que, cada vez con más fuerza, sacudían su carácter.
La primera cuadra de vuelta a su minúsculo departamento, la hizo con un perro aturdiendo sus oídos y amenazando sus talones. Ya estaba entregado al grito que venía acumulando cuando otra cosa llamó poderosamente su atención.
Era un pibe; el Ruso. Si, por la gorra, estaba seguro de que era él. Caminaba por la misma vereda, pero en dirección contraria, y mientras se acercaban, Ramiro pensaba en Ivana, la morocha que hacía años lo había dejado por él – el tiempo demostraría que Ivana estaba destinada a cambiar de amores seguido, abandonando a quien antes había elegido- Pero Ivana no importaba, lo cierto es que ahí venía el Ruso, que también lo había reconocido y que todavía no amagaba a correrse. Cuando ya no los separaba más de un metro, se miraron a los ojos y mantuvieron la vista en alto sin realizar ningún gesto con la cara. La campera de jean de Ramiro chocó con el buzo que llevaba el Ruso.
Como si alguna mano invisible hubiera agitado el banderín de largada, Ramiro giró hacia el Ruso con a velocidad impredecible, lo tomó del hombro con una mano, y con la zurda empezó a golpearlo. La sorpresa del movimiento y la fuerza de la trompada dejaron al Ruso incapaz de reaccionar.
El ataque se había desatado adentro de Ramiro y no había nadie para calmarlo. Le pegó sin saber bien lo que hacía hasta que se quedó sin envión. Entonces lo vio todo; el Ruso en el suelo entre barro y sangre, casi inconsciente; y él con el puño lastimado, dimensionando la magnitud de su inexplicable reacción. Ya no quería gritar, estaba asustado. No sabía cuánto lo había lastimado. Corrió a su casa.
Abrió la ducha sin dejar de pensar en lo que acababa de pasar. Se desconocía, nunca pensó que podía hacer algo así. El agua tibia recorría su cuerpo aflojando el temblor de sus piernas. Las gotas se disimulaban su llanto, casi imperceptible, ante la angustia de lo irremediable. El ruido del duchador escondía su vergüenza.
No había nadie a quien darle una explicación, sólo el secreto del arrepentimiento, y el íntimo temor de que volviera a suceder cuando la ira lo dominara una vez más.

12 de agosto de 2009

Tierra de oportunidades


Pachamama. Mamá Tierra. El primero de agosto fue el día en que los pueblos originarios homenajearon a la tierra, y desde hace varios días vengo pensando algo para decir al respecto. Sin embargo, cada vez que una idea del tipo manifiesto ecologista se me cruzaba por la cabeza, venía acompañada de una sensación de propia hipocresía.

¿Cómo hablar sobre el respeto a la tierra si tengo miles de hábitos que la perjudican? Siempre reclamé una política de protección del medioambiente a nivel nacional, no tiro basura al suelo, separo mis residuos; y sin embargo, por el tipo de vida que llevo, el de los argentinos en general, serían necesarios dos planetas para mantener el nivel de consumo: uno para producir, y otro para depositar todo lo que ya no utilizo. Cuando ponemos las cosas en una bolsita y después las llevamos al tacho de basura, no desaparecen, se van a otro lugar y ahí se acumulan… y después? No se… después vemos.

Nuestro sistema de producción no tiene lógica, y en tanto sigamos manteniéndolo no va a haber vuelta atrás, definitivamente, con reciclar el papel que usamos no alcanza. Ni siquiera cuidamos el suelo, las fuentes de agua y los bosques, todo se vende. Y este lugar, el único en el que podemos vivir, va a ir deshaciéndose de a poco. ¿Hace falta hablar del derretimiento de los glaciares, los incendios de los bosques, el agujero de la capa de ozono, el calentamiento global, o la destrucción del Amazonas? Que bajón para los que vivan dentro de cien años acá.

Lo interesante, es que a pesar de tener diferentes tipos de organización social, de creencias religiosas, de producción, todos los pueblos originarios demostraban el respeto a la Tierra, vivían en función de su equilibrio. Entendían que los recursos naturales, los animales y la vegetación, incluso el hombre son parte de un mismo todo: La Pachamama. Nosotros somos parte de ella, le pertenecemos.

No entiendo la parte en que cambiamos la oportunidad de vivir en conexión con la tierra por autos y celulares. Siempre me acuerdo de la frase que tenía estampada una remera que usaba cuando era chica: Los pueblos de la Patagonia no llegaron a la Luna, tampoco destruyeron el planeta”.

27 de julio de 2009

Una estrella

- La tía me regaló una estrella
- ¿Cuál?
- ¿Viste las Tres Marías...? De la del medio, un poquito más para allá
- ¿Esa?
- No, la otra, la más brillante
- Yo también tengo una, me la regaló Blas hace mucho
- ¿Y para qué sirve tener una estrella?
- No sé... son lindas
- ¿Y cómo sabés que no era de nadie antes?
- No sabés...
- ¿Y entonces?
- No importa, son lindas igual...

12 de julio de 2009

Luces y Flores


Empezaba a caer el sol, y por más de que llevaba varias horas recorriendo la zona, Víctor sabía que lo mejor todavía no llegaba. Como todos los viernes del año, la calle se llenaría de autos y la vereda de chicas lindas, que con sus pantalones ajustados harían que los pocos grados de calor que bajaban a la noche resultaran imperceptibles. La música y las luces terminaban de convertir el lugar en la mejor manzana de Capital Federal.
ahí estaba él una vez más; ahí pensaba seguir estando muchos viernes más. Era ambiguo el sentimiento, la sensación de ser el dueño, de controlar todos los movimientos a su alrededor le fascinaba. se divertía con inocencia y siempre encontraba alguien que le sonriera con complicidad.
Hacía tanto que estaba ahí, que no se imaginaba otra realidad. A nadie le importaba realmente lo que sentía. A él no le importaba nadie, y tenía el control que sólo la rutina puede ofrecer. El molde exacto, la receta justa que hacía de todos los viernes un momento clásico pero irrepetible.
En esa contradicción se hamacaban los minutos, ahí daban vuelta sus angustias y carcajadas, su cotidianeidad y su soledad. El balance de la noche se definía a último momento; cuando se acababa el movimiento y algunos intentaban volver a su casa; cuando la música ya no callaba su cabeza y frágiles detalles lo devolvían a la realidad.
A su realidad.
Esta noche, la nota la había dado la rubia que no quiso bailar con él, y con cara de... (Bueno, con la típica cara de las rubias que iban todos los viernes a la noche a sentirse divas), lo ignoró llanamente. Como un detalle ínfimo y brillante, a modo de conzuelo, aparecía en su cabeza la tímida chica que lo miró toda la noche. No parecía prestar mucha atención a lo que hacía el resto, pero más de una vez, la enganchó espiándolo. Por eso, en secreto, bailaba para ella.

Como siempre a esa hora, Víctor se encuentra de frente con la impotencia de no haber cruzado la vaya, de ver desde afuera...
o desde adentro.
Algo lo atormenta, no es nuevo, pero le resulta terrible. Ahora que la música ya no sigue, que ya no quiere entrar, y que arranca la vuelta a su casa, le pesan las flores que no vendió. Lo amarga la indiferencia, la sonrisa superficial de todas las personas que vio hace un rato.
Vuelve cansado a dormir ultimando un fondo de birra que le sirve de gambeta al hambre; por lo menos un rato más. Piensa en esa chica tímida de nuevo que hoy lo hace olvidar un mal día de trabajo.
Quizá el próximo viernes la vuelva a ver. Quizá algún día ya no le preocupe pertenecer.

El arranque



Un recreo del simpático mundo estático que nos dan a elegir. el lugar en el que por primera vez comparto mis pensamientos más transversales, más míos.
Ideas...
que se unieron en la nebulosa de mi cabeza, hasta que un día, por alguna razón, una birome les dio existencia sobre una hoja en blanco, y convertidas en relato, hoy tienen voz en el anonimato de la Internet...