Andaba la Gente fuera de moda cada uno diferente, todos mutilados. Eran las cabezas un espejo sentimental. La vitrina de cicatrices y trofeos…
Las vivencias afectaban tanto a la Gente, que en lugar de intentar ocultarlas necesitaban imperiosamente exteriorizarlas. Crestas, rastas, trenzas, extensiones y otras morfologías extrañas eran cotidianas. Nada había de estético en aquello, pero se sentía tan plena la Gente sin ocultar sus desazones y expectativas que el collage que les quedaba en el cabello había perdido toda importancia.
Quizás por eso, era la Gente más sonriente y menos conflictiva. Misteriosamente, a pesar de tener esos laberintos por peinados, todos se veían iguales…Nadie tenia la totalidad de sus pelos largos, ni lacios, ni homogéneos.
Rídiculos, eso eran, y sin embargo, se comprendía esa gente como nunca nos comprendimos los modernos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario